Luis Toledo, preparador y formador de jinetes, contó su historia en #Partieron:
«Nací en Curicó y a los 5 años aprendí a montar. Corrí a la chilena y a los 16 partí como jinete en Santiago. Era trabajador, pero me costaba el peso. Llegaba temprano y no me iba hasta que no quedara ningún caballo que galopar. Empecé con 50 kilos, pero crecí y a los 22 tuve que colgar la fusta. Me deprimí, hice un curso de peluquería y trabajé en eso hasta que Aliro Sepúlveda me ayudó a sacar la patente de preparador. Partí en 1962 con un caballazo como Doblete, que ganó 19 carreras. Luego llegaron más ejemplares, entre ellos Bell Boy. Demoró en salir de perdedor, pero con el tiempo llegó a ganar el G.P. Hipódromo Chile y dos Internacionales. También tuve a Piche y otros clasiqueros como Sunderland, Icaraí y Mocito Alegre. Los mejores patrones que tuve se murieron y así cuesta mantenerse, pero mi familia me apoya y trabajamos todos juntos. Nunca pierdo el ánimo de trabajar, aunque tenga uno o más caballos. Todo lo que he aprendido me gusta enseñarlo a quien lo necesite.
Por mi corral pasaron Luis Caroca, Antonio y Patricio Pereira, Heriberto Galaz, Miguel Olguín, Davíd Sánchez, Gicha Arriaza, Luis Silva, Nicolás Illesca y Jorge Zúñiga, entre otros. Me entretengo con ellos y también les pego fustazos cuando no hacen caso. El jinete se hace en la cancha, practicando en un caballo vivo. La escuela es útil para aprender modales, pero la verdadera formación es en los corrales. Si se enseña bien y hay condiciones, el niño aprende. A David Sánchez lo fui a buscar a Batuco y hoy es un profesional 100%. Illesca pudo ser mejor si no hubiera tenido tantos accidentes. A Jorge Zúñiga fue fácil enseñarle porque es bueno para el caballo. Le pido que ahora que es de primera trabaje el doble para que no sienta el bajón, porque se relajó un poco. Lo peor que le puede pasar a un jinete es creerse bueno antes de tiempo, porque recién está aprendiendo y le falta mucho». En tanto, su esposa Juana Castro comentó que «mi esposo es lo máximo. Ambos nacimos en la hípica y mi papá, que era preparador, no entendía cómo me fijé en él. Es un gran hombre y muy sano, que ha ayudado a muchos jinetes y no ha tenido reconocimiento».